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Dirigir es Complejo

Mar 09, 2023
Virtuosum
Dirigir es Complejo
5:42
 

 

Ahora que la liga del futbol mexicano está cesando a varios directores técnicos vale la pena reflexionar sobre esta tarea tan delicada y claro, es necesario precisar, lo complejo no es necesariamente complicado.

 

Dirigir es encauzar todos los recursos hacia los objetivos trazados. Para encauzar requerimos contar con un cauce. Es como el agua de lluvia que, al caer en un terreno plano, se desparrama inútilmente. Pero si esa agua cae en un terreno donde antes hubiera un río encuentra el cauce y por allí se va.

 

Me tocó vivir un huracán en Monterrey. Apenas había subido al quinto piso del hotel y pude observar cómo sobre los terrenos del caudal seco del río Santa Catarina había canchas de tenis y hasta carpas de un circo. La lluvia comenzaba a caer. Fui a arreglar unos asuntos urgentes y regresé a mi cuarto tres horas después. La fuerza del agua había barrido todo lo que encontró a su paso. El cauce del río estaba anhelante del agua que le inundó.

 

De la misma manera, al dirigir es preciso contar con un cauce, mientras más profundo y amplio más fácilmente encauzará los recursos hacia los objetivos.

 

La salida de directivos tan capaces y famosos como Santiago Solari y Javier Aguirre de equipos tan fuertes como América y Monterrey amerita reflexión profunda y dedicada. Son equipos con los mejores jugadores, los más caros.

 

Ambos líderes fueron triunfadores en otros momentos, pero en el futbol se requiere triunfar siempre. En cambio, el fracaso es notorio porque coloca al equipo en clara posición perdedora.

 

Solari consiguió para América el récord de mayor puntaje en el torneo anterior y Javier Aguirre consiguió para Monterrey el campeonato de Concachampions.

 

Entonces, ante esos éxitos ¿acaso no era perdonable su mal momento? Pues en el futbol no. En la vida cotidiana de los negocios se aplica más tolerancia ante el fracaso. Hay directores que no logran las utilidades deseadas por sus accionistas y no necesariamente los despiden.

 

Un directivo de equipo de futbol cuenta con una estructura organizacional que integra una plataforma básica de instalaciones, un grupo de jugadores, una afición que le es leal, los elementos para jugar como son uniformes, balones y equipo electrónico para analizar jugadas.

 

De frente a lo que recibe está obligado a responder con resultados conquistando puntos gracias a triunfos claros o a empates, manteniendo la lealtad de la afición y logrando que sus integrantes estén cohesionados y ansiosos por poner en la cancha su mejor esfuerzo por lograr esos triunfos.

 

Lo difícil para el directivo es imprimir un estilo de juego, su particular estrategia para conseguir triunfos. En equipos perdedores es un enigma saber a qué juegan, no basta con patear el balón. El gran inconveniente es la necesidad de forzar el desempeño para lograr el estilo de juego deseado, lo cual requiere una mayor dedicación en el entrenamiento y esto provoca el malestar de jugadores no siempre dispuestos.

 

En equipos grandes como el América y el Monterrey es de sospechar que los jugadores se confabularon para hacer fracasar a sus directivos, consecuencia de malestares por el trato recibido o por esfuerzos adicionales no consentidos por ellos.

 

Es paradójico que un directivo que anhela la aceptación de sus jugadores no obtiene la entrega que requiere el entrenamiento duro, de allí que si el reto es obtener lo máximo del jugador es preciso hacerse a la idea de baja aceptación. La “dirección no es un concurso de popularidad” nos enseñó Peter Drucker y lo vemos claramente en estos casos.

 

El respaldo que necesita un director técnico tiene que obtenerlo de los dueños del equipo y su directiva. Si ellos no toleran los tropiezos, el equipo deambulará de un director a otro sin lograr consistencia en el largo plazo. En México los directores técnicos triunfadores como Nacho Trelles, Raúl Cárdenas, Víctor Manuel Vucetich o Miguel Herrera logran sobrevivir solamente cambiando de club. Parece un mal irremediable.

 


 

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