Escucha el Podcast más Reciente
Líder sin Visión
11:27
 

La Posponitis

Dec 17, 2025
Virtuosum
La Posponitis
6:52
 
Foto: Imagen de Freepik.es

 

Hola, te doy la bienvenida a mi blog. Soy Alfredo Esponda. Te ofrezco ideas acerca del liderazgo que puedas aplicar en tu medio, ya sea hogar, trabajo o ambiente social.

 

Busqué en el diccionario la palabra posponitis y resulta que no está. Sin embargo, la padezco y a cada rato. Es una enfermedad inconsciente que nos impulsa a posponer lo que nos proponemos. ¿O acaso tú estás libre de la posponitis? ¿Nunca te asedia? Quien esté libre de este pecado, que arroje su gran enseñanza, para aprender de él o de ella.

 

Tuve un jefe de extraordinaria calidad ejecutiva. Nos daba órdenes sensatas que eran fáciles de seguir, pero ante lo difícil decía, no se preocupe, Alfredo, hay cosas que se resuelven solas. La verdad es que sí, muchas se resolvían solas, otras no. Y sucedía como cuando escondes tras el ropero a un gato y tiempo después irrumpe con fuerza porque se ha convertido en tigre.

 

Así son los problemas no resueltos. Nunca sabes cómo evolucionarán. Posponer tiene ese inconveniente. El tiempo logrará evaporarlos o, por el contrario, convertirlos en verdaderos desafíos.

 

¿Por qué padecemos la posponitis? Nos dicen los psicólogos que se debe al ejercicio de tu poder de elección. Es tu culpa. Tú decidiste hacer algo inmediato que te causa placer y dejar para después algo que te producirá placer más tarde o tal vez nunca.

 

El nombre técnico de esto es procrastinación. Hay veces en que quiero hacer algo y por alguna razón me distraigo y no lo hago, en ese momento. Después, cuando lo necesito, no está. Por ello la frase, lo que no se hace, no se hizo. Es trágico cuando estás de viaje y el rastrillo no aparece en la maleta. Ay, si yo lo iba a meter...

 

Como cuando ibas a cargar gasolina y no lo haces para luego sufrir porque no encuentras gasolinera. Como cuando descubres que metiste el traje a la maleta, pero la corbata quedó fuera y en una boda de catrín. Los psicólogos nos dicen que esas distracciones son parte del miedo a fallar o a tener éxito. Por ello, no enfrentamos de inmediato la tarea, la dejamos al después lo haré, en un momento más. No hay prisa, más tarde lo atenderé, al ratito, ahorita no tengo tiempo, etc.

 

También nos dicen que algunas personas padecen perfeccionismo que los paraliza. Sienten que hacerlo ahora será imperfecto y que después lo harán mucho mejor. El aplazamiento de tareas por culpa de la posponitis es causa de una incomodidad emocional. Algo no nos gusta, nos produce aburrimiento o ansiedad. Tenemos dudas con respecto a nuestra capacidad de hacerlo bien.

 

Yo creía que podía, pero veo que no. Y aun así, hemos de cumplir esa tarea. El sentimiento de incapacidad provoca malestar emocional, provoca culpa y termina por ocasionar baja autoestima.

 

De cualquier manera, perdemos. Hay veces que el cuerpo manda a la mente. Pensamos en hacer algo, pero el cuerpo dice no. Toda esa carga emocional provocada por la posponitis nos lleva a quedar mal en algo y ante alguien. Esto se refleja en un deterioro de nuestra confianza, que de alguna manera provocará pérdida en nuestra credibilidad profesional.

 

Más aún, será una lamentable pérdida de nuestra credibilidad ante nuestros seguidores. Luego no nos preguntemos, ¿por qué ya no me siguen como antes? Posponer el cumplimiento de compromisos no se perdona. Lo que es peor, si los subordinados ven que el jefe deja algo para después, pues entonces ellos harán lo mismo. No nos quejemos.

 

¿Por qué posponernos? Lo hacemos cuando no tenemos claridad en el propósito. y menos en las consecuencias de posponer. También puede ser que percibamos que la tarea es aburrida y carente de significado, o tal vez compleja y confusa, a tal grado que no sabemos por dónde abordarla. ¿De dónde sacar energía si no se nos antoja comenzar? Una consecuencia natural es el atascamiento.

 

Se nos comienza a volver crónico, por ello no podemos dejarlo pasar. Una tarea tras otra pospuesta nos lleva a un círculo derrotista que es cada vez más difícil salir de allí. Creamos una autoimagen de minusvalía. ¿Por qué la fatiga constante? ¿Qué hacer?

 

Lo mejor es hacer un alto. Poner las preocupaciones por escrito y ponerles orden. Darles una estructura. Aclarar qué causa qué. ¿Cuál es el proceso al cual nos enfrentamos? ¿Dónde comienza y dónde termina? Lo primero es precisar el significado de lo que hacemos. ¿Para qué estamos? ¿Qué deseamos de la vida?

 

Y de allí bajar al nivel de las preocupaciones inmediatas para enfrentar la tarea que está a la mano. Dicha tarea debe partirse en partes manejables para arrancar con la primera. De preferencia enfocarte en la tarea más fácil y rápida de solucionar para tomar fuerza.

 

Una vez realizada la primera, de inmediato dejar el inicio de la siguiente en la computadora para que al volver no haya duda donde arrancar. Los psicólogos sugieren darnos premios generales para compensar el esfuerzo de la primera microtarea, un café, un chicle, un dulce o cualquier minucia que represente reconocimiento por haber hecho la primera tarea.

 

Se recomienda aplicar la técnica Pomodoros. 25 minutos de total concentración para luego descansar 5 minutos. Se advierte del peligro de trabajar 2 horas continuas. Lo provechoso es descansar tres minutos cada cuarto de hora. Bueno, te lo dejo de tarea. Haz las recomendaciones hasta que corrijas tus ganas de posponer.

 


Hasta el próximo miércoles.

 

Te dejo una frase de John Wheeler: “El tiempo es el modo que tiene la naturaleza de evitar que todo suceda a la vez.”

 

[email protected]

 

 

P.D. Te invito a suscribirte al Blog (gratis y sin compromiso).

Inscríbete