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Solidarios, ¿Plenos o a Medias?

Mar 27, 2024
Virtuosum
Solidarios, ¿Plenos o a Medias?
8:59
 

  

 

 

¡Hola! Bienvenido al blog de Alfredo Esponda. Te agradezco que estés aquí para que me des oportunidad de ofrecerte alguna reflexión que espero sea de tu interés.

 

El domingo pasado en una comida familiar, la novia del tío de mi nuera soltó algo inesperado: ya estoy guardando en una cubeta el agua fría que sale al abrir la regadera antes de que llegue el agua caliente que estoy esperando. Esa agua la uso para el wáter posteriormente. También al cepillarme uso un vaso y con eso me alcanza. Estoy haciendo uso del agua en la menor cantidad posible.

 

En verdad, la felicité y considero que es un ejemplo que todos deberíamos seguir.

 

Hace algunos años, cuando gobernaba la Ciudad de México el General Alfonso Corona del Rosal, se lanzó una campaña que nos obligó a los ciudadanos a cambiar las tasas de los wáteres por unas más chicas para ahorrar el agua, de 10 litros pasamos a 6, que seguramente tú usas en tu casa y no sabías que se debió a un cambio de reglamento del entonces Distrito Federal.

 

A las empresas se les obligó a tener plantas de tratamiento con el propósito de no lanzar al drenaje toda el agua usada, había que separarla y utilizarla para jardines y baños. La crisis del agua nos estaba angustiando. Todo ese esfuerzo no duró, se abandonó al año siguiente. Eran los noventa del siglo pasado. Treinta años después estamos sufriendo las mismas tragedias.

 

El agua es tan sólo un aspecto que nos obliga a reflexionar. Por supuesto que hay muchos. Me limitaré a otro tema que considero crucial para el desarrollo de la economía global y particular, en empresas y personas: la productividad y lo que va en ella, la eficiencia.

 

Cuando nos acercamos a estos conceptos, solemos limitarlos a la responsabilidad gubernamental sin involucrarnos como responsables. La productividad global es el resultado de las productividades que obtenemos en nuestros trabajos. A cada uno su culpa.

 

Honor a quien honor merece. Acudimos a Google, siempre nos ayuda en estos casos, siempre tiene otros datos, los buenos.

 

“La productividad laboral, según la organización México ¿Cómo Vamos?, puede ser definida como “producir más con los mismos recursos”. Pero también se puede entender, con base en la Organización Internacional del Trabajo (OIT), como la representación del “volumen total de producción (medido en términos de Producto Interno Bruto, PIB) producido por unidad de trabajo (medido en términos de número de personas empleadas u horas trabajadas) durante un período de referencia temporal determinado”.

 

“La productividad laboral en México es medida por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) a través del Índice Global de Productividad Laboral de la Economía (IGPLE), este indicador se obtiene mediante la relación entre el PIB y las horas trabajadas y el personal ocupado”.

 

“El 2021 cerró con el nivel de productividad más bajo de la última década en México. Luego de una reducción de -6.4%, el IGPLE se ubicó en 95 puntos, la cifra más baja desde el cuarto cuatrimestre de 2009, año de la crisis financiera global, cuando el indicador reportó un nivel de 96 puntos”.

 

“La productividad laboral tiene que caer cuando la inversión fija va a la baja y la inversión fija está en niveles de hace 10 años, por lo que es probable que siga disminuyendo”, indicó Gabriela Siller, directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base.

 

La productividad es una simple razón aritmética con tal fuerza que nos esclarece: ¿qué tanto hacemos con una hora de trabajo? La comparación con el dato de otros países nos permite saber si estamos al mismo nivel, abajo o arriba, según las tablas comparativas.

 

Todas las comparaciones son odiosas…para el que sale perdiendo.

 

México debería estar en TODO en el rango del 10 al 20 mundial, como máximo en cada rubro. Veamos por qué: en territorio somos el 14, en población somos el 11 y en producción (PIB) somos el 9 a nivel mundial, impresionante ¿verdad? Entonces, ¿dónde está la preocupación?

 

Los indicadores de eficiencia no nos dan buenos resultados y son los que deberíamos considerar, veamos: en productividad somos el 60 mundial, en competitividad el 56, el PIB per cápita somos el 66.

 

En los datos globales tenemos 9, 11 y 14 es decir somos grandes a nivel mundial. En la forma como aprovechamos esta grandeza nos desempeñamos, tristemente, muy deficientes al tener datos como 56, 60 y 66.

 

¿Qué quiere decir esto? Pues simplemente que somos pésimos al usar nuestros recursos. ¿Podemos culpar al gobierno de esto? Con mucha franqueza debemos ser humildes y hacer un “mea culpa” ¿Qué tan eficientes somos en nuestras empresas? ¿Lo estamos midiendo? Y nosotros en lo personal ¿qué nivel de eficiencia tenemos? ¿nos estamos midiendo? ¿aprovechamos bien todo el tiempo a nuestra disposición?

 

Desde hace muchos años, como consultor, le he dado seguimiento a estos temas. La preocupación es muy antigua, no es de ahora. La solución la encontré en el ejemplo japonés al seguir disciplinadamente las enseñanzas del Dr. W. Edwards Deming.

 

Los japoneses fueron tan agradecidos con él que al crear un premio por la calidad lo bautizaron con su nombre, el Premio Deming. El Emperador Hirohito le entregó La Condecoración del Sagrado Tesoro y en su discurso de premiación le agradeció por haber “enriquecido las arcas del Imperio”, claro las exportaciones japonesas aumentaron a tal grado que cambió radicalmente la situación económica del país. De exportar baratijas y chácharas pasaron a vehículos, televisores, refrigeradores, lavadoras, cámaras, etc. Etc.

 

Ahora, con las extraordinarias facilidades de trasmitir aprendizajes de manera económica a TODOS los trabajadores por medio de la UNIVERSIDAD VIRTUAL CORPORATIVA me sorprende que eso lo hagan únicamente las trasnacionales, ellas están exportando 500,000 millones de dólares al año, han logrado que sus trabajadores mexicanos sean tan eficientes como los japoneses y alemanes. Para reflexionar ¿estás de acuerdo?

 


¡HASTA EL PRÓXIMO MIÉRCOLES!

 

WILLIAMS EDWARDS DEMING. Principio No.1 de su filosofía: Ser constantes en el propósito de mejorar los productos y servicios de la empresa.

 

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